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domingo, 16 de julio de 2017

Fruta

Escribir es desnudarse, es poner el alma al descubierto. En un principio habíamos acordado vernos a las 11, pero finalmente resultaron ser las 12, yo imagino que Morfeo tuvo algo que ver. Al llegar, la puerta ya estaba abierta, y él me esperaba sentado en el sofá con el torso descubierto, resguardado del sofocante calor gracias al café con hielo ya acuoso que llevaba en la mano y un ventilador que le apuntaba justo en el rostro. Esta vez no me besó. Bajamos y subimos las seis plantas de un edificio sin ascensor para ir a comprar fruta. Berenjenas, melocotones, peras, uvas, e incluso el tanteo de un mango muy caro. Una vez dentro de nuevo, no tuve que escribir, pero si me desvestí. Hacía ya una semana desde que me había dicho que le gustaría hacerme fotos. - Ponte en la cama, acércate a la luz - me decía mientras colocaba un agraz sobre mí cubriendo con él mi yo más oculto. Yo intentaba estar lo más calmado que podía, aunque por dentro estuviera vibrando. Él se tomó la situación muy en serio y no se aprovechó en ningún instante del momento. El “click” del botón de la cámara se acompasaba con “Another Love” de Tom Odell de fondo, y yo no pude evitar sentirme un poco como Kate Winslet en un buque a punto de hundirse. 



sábado, 15 de julio de 2017

Paralel (o)

Las noches de verano
Decimoquinta le decían
De carretes desechables
Cuatro rubias en la espuma
El sonido de la luna
Y tu cara con la mía

15

Cada vez que me observaba con su mirada, vehemente, de ojos marrones, y veía como soltaba alguna que otra frase ingeniosa o sarcástica, yo no podía hacer más que querer conseguir la misma propensión en él. Quería que se riera de mis chistes, que rozara su pierna contra la mía sin que se lo pidiera, y que hablásemos de todo y de nada en concreto.